Aspiró el aire húmedo que entraba por la ventana por unos
segundos, paladeó su sabor fresco, nocturno, solitario.
Satisfecho se dirigió
a la cama, se sentó en ella y se detuvo a escuchar y observar por unos segundos
antes de recostarse, el sonido de la lluvia sobre el tejado, las gotas que
salpican la ventana al golpear en el alféizar, el olor a tierra mojada... Sí,
había acertado al mudarse a las afueras de la ciudad, no había en el mundo
mayor placer que leer una novela antes de caer rendido en esa enorme cama de
plumas. Aunque las maderas de la casa crujiesen con el viento, aunque las
tuberías viejas sonasen y vibrasen como si el mismísimo infierno fuese abrirse
paso por ellas cada vez que abría un grifo. Sacudió la cabeza y con un par de
palmadas mentales espantó los pensamientos negativos como si de una bandada de
pájaros se tratase. Sí, había sido una decisión estupenda.
Sonrió y se recostó en la almohada, tomó el libro de su
mesita de noche depositando el marca páginas al lado del despertador, introdujo
la nariz entre las viejas hojas, aspirando el olor del paso del tiempo por
aquellas páginas amarillentas y se dispuso a sumergirse en la lectura. No sabe
cuánto tiempo pasó leyendo antes de quedase dormido, pero se ha despertado con
el libro sobre su cara y la luz extrañamente apagada. Por la ventana se cuela
el resplandor blanquecino de la Luna, por el silencio reinante supone que la
tormenta ha cesado y al ir a calzarse sus babuchas se percata de que estas no
se encuentran junto a la cama, se desliza hasta el suelo e introduce la mano a
tientas bajo la cama para intentar encontrarlas... Nada.
Se pone en pie y coge el vaso de agua vacío que tiene junto
a la almohada cuando le parece escuchar un crujido sobre su cabeza, se detiene
por un segundo y observa el techo, viejo, descuidado, con algunas escamas de
pintura levantada, y un par de manchas de humedad aquí y allá... "imaginaciones
mías nada más, hay que ver, tengo que pintar la casa, parece aún más vieja de
lo que es", piensa mientras abre el grifo del baño.
El agua, al principio, sale como si un loco con espasmos en
pleno tratamiento de electroshock sujetase la manilla de un sifón, acompañada
de ruidos tan fuertes que toda la vecindad se despertaría con un susto de
muerte, si hubiese vecindad. Es uno de esos momentos en los que se alegra de no
tener vecinos en kilómetros a la redonda... Mientras piensa en esto con una
sonrisa, el agua deja de fluir, la sonrisa se trunca entonces en una mueca de
disgusto, "¡Ooooh, mierda!¡Ya no puedo más! ¡Estúpidas tuberías! ¡Estúpida
casa! ¡¡Dame de beber!!" grita mientras abre y cierra el grifo, es cuando
vuelve a escuchar el crujido sobre él, se queda en silencio, observa
atentamente el techo totalmente inmóvil y en silencio, espera con su mirada
clavada en la lámpara unos segundos que se le hacen eternos... Y vuelve a
escucharlo... Sigue mirando hasta que de nuevo las maderas crujen, entonces
baja la mirada al grifo, decidido a subir al desván a descubrir el origen de
esos sonidos cuando, "¡¿Oh Dios mío, qué es esto?!".
Un chorro negro sale silencioso del grifo, extendiéndose por
todo el lavabo, no sólo por el lavabo sino que cubre toda la superficie de este
y se desliza por la pared hasta el suelo. Aparta la mano del grifo instintivamente
y sale del cuarto de baño como puede, mientras busca el interruptor de la luz a
tientas en la pared observa como la mancha negra se extiende por el suelo del
baño cubriéndolo casi por completo y cuando consigue alcanzar el interruptor y
la bombilla se enciende el chorro del grifo se paraliza, como congelado, la
mancha oscura se detiene por unos instantes, y cuando su vista se acostumbra a
la luz esta también lo hace, vuelve a brotar del grifo y la enorme alfombra
negra que hay en el suelo comienza a trepar por la pared, "¡oh, dios mío,
dios mío, son arañas!" balbucea mientras la marabunta que surge del grifo
comienza a cubrir por completo el suelo y las paredes. Retrocede hasta la cama
y se sube en ella, absorto por el miedo y el asco no ve como por el quicio de
la puerta del dormitorio, asoman unas patas enormes, oscuras, cubiertas de pelo
y al fondo cuatro pares de ojos rojizos que se introducen en el cuarto trepando
por el techo hasta estar justo encima de él. Unas gotas de algo parecido a baba
le caen entonces sobre el hombro, las mira con cara sorprendida y mientras las
toca con los dedos alza la mirada temblorosa y llena de asco instantes antes de
que un enorme aguijón le atraviese el pecho levantándole sobre la cama de
plumas y llenando las sábanas de sangre.
Se despierta con un grito mudo, sudando y palpitando de
pánico, la luz encendida y el libro entre las sábanas, toma un trago de agua del
vaso de noche y después de tranquilizarse y recuperar el aliento, suspira,
"Era sólo una pesadilla", coloca el marca páginas en el libro, apaga la
lámpara y se tumba de nuevo, dispuesto a que el sueño le venza lentamente, es
entonces cuando escucha un crujido, abre los párpados de par en par y descubre
4 pares de ojos rojizos observándole desde el techo en la oscuridad, se levanta
de un salto de la cama y sin ponerse las babuchas, ni dejar de gritar, se
arroja de cabeza por la ventana antes de que las ocho bombillas de la lámpara
del techo se terminen de apagar.