.Una vida normal.

Soy autónomo profesional, mi futuro laboral está continuamente ligado a mi búsqueda activa de proyectos.

Con estudios superiores, varios cursos oficiales y una carrera a medio empezar, he pasado por 4 familias profesionales, he sido repartidor de periódicos y venta al público, proyectista de edificación, operario en fábrica y por último y de momento freelance como dibujante y técnico de aplicaciones 3d.

Tengo la suerte de trabajar habitual y casi exclusivamente para una Pyme familiar y de confianza a la que no le falta trabajo en el circuito de concursos públicos de restauración de obras de arte.

Aún así no dejo de reinventarme y tengo proyectos y sueños que hablan de una 5ª familia profesional.

Mi mujer y yo vivimos en una casa con jardín a las afueras de un pueblecito a las afueras de Sevilla.

Una casa familiar prestada por la que pagamos un alquiler simbólico en una ciudad que no es la mía a 600km de mi familia y amigos de la infancia. 

Tenemos un hijo de casi dos años. 

Por suerte, tenemos a los padres de mi pareja aquí y podemos ahorrarnos el coste de una guardería que el último gobierno autonómico ha decidido aumentar y dejar de subvencionar.

Tenemos también la suerte de trabajar para la misma pyme, aunque en distintos departamentos, y poder darnos besos furtivos durante toda la jornada en la mayoría de ocasiones.

Por la tarde, después de 8-9h de trabajo, 5 días a la semana y horas esporádicas algunos fines de semana, nos turnamos para hacer "las cosas de la casa", la comida y la cena y atender a nuestro hijo.

No tenemos carnet ni coche, pero hemos visto la necesidad viviendo en la periferia de una ciudad y trabajando en distintos puntos de la península dependiendo del proyecto, así que en ese tiempo "libre", uno de nosotros acude a la autoescuela mientras el otro lleva al niño al parque, juega o lee con él.

Ya casi no tengo tiempo para leer, tocar el bajo (cogiendo polvo desde hace años), escribir, dibujar o hacer cualquier otra cosa que no sea trabajar, cuidar de mi familia y de mi hogar.

Aún así, sacamos tiempo para ver uno o dos capítulos en Netflix o HBO mientras comemos o cenamos y dar algún paseo el fin de semana por Sevilla, tiempo para dormir abrazados o , simplemente, mirar como el otro duerme después de un día agotador. 

Hoy estoy escribiendo esto acostado en la cama, mientras mi mujer y mi hijo duermen, trasnochando, mañana será un largo día.

He fracasado varias veces en el amor, he tenido mucho caos sentimental en mi vida. Ahora tengo una familia y me siento afortunado y feliz.

Hace 6 años, después de 12 con el mismo móvil, me compré un Iphone, espero que me dure otros 6, como poco. 

Mi herramienta de trabajo además de las que me proporcionan las empresas para las que trabajo, es un Imac que compré hace 7 años, hace unos meses tuve que hacerle el primer arreglo y me gasté más de un cuarto de los beneficios de mi última factura.

Aún visto ropa que compré hace más de 10 años. 

Mi hijo juega con juguetes reutilizados o comprados de segunda mano.

En casa, salvo cerveza para mi y chocolate para mi mujer, son pocos los "caprichos" que puede haber en la despensa.

Por esto y por varias cosas más no me considero una persona consumista, procuramos comprar, usar y gastar lo que necesitamos para vivir.

Creo que llevo una vida normal, como la de tantxs otrxs. Aún así hay mañanas que no tengo ganas de levantarme, mañanas en las que no entiendo nada de nada.

Vengo de la unión de dos familias completamente distintas, republicanos y fascistas, en mi casa nunca se ha hablado de política ni historia, lo que sé he tenido que leerlo en libros o hablarlo a escondidas con familiares.

Aún así, pese a sus diferencias, siempre hubo respeto y comprensión, tal vez porque aunque de ideales distintos, ambas tenían conciencia y pertenecían a la misma clase, la obrera.

Mi padre trabajó durante gran parte de su vida con una incapacidad de movilidad no reconocida hasta hace unos años. Aún sigo pidiéndole que deje de ver corridas de toros, que se cuide y que deje de odiar al diferente.

Mi madre, ama de casa sin estudios, trabajó en "B" haciendo "mandaos" durante también gran parte de su vida, hasta que su primer trabajo oficial con 40 y largos le destrozó la salud y le generó una incapacidad de movilidad que necesita de fuertes calmantes y opiaceos que también afectan a su capacidad mental. Aún le pido que deje de darle vueltas a cosas que no tienen remedio, al igual que a mi padre, que se cuide y que no se estrese, y que haga lo que esté en su mano sin intentar abarcar cosas que no puede abarcar.

Ambos, rondando los 60, sobreviven con "pensiones" de 400 y pocos euros, cuidando a mi sobrino, hijo de madre soltera que lo tuvo casi con 18 años, que pese a todo ha podido sacarse unos estudios técnicos y trabaja 50 horas semanales cuidando ancianos en una residencia a 40km de su casa porque los alquileres en Madrid capital son inalcanzables.

Ambos, me dieron una educación, a su manera y como pudieron, y ahora con el tiempo, aunque no me parezca adecuada, les comprendo, no había dinero para más. Y aunque al final tuviese que salir de casa "de aquella manera" estoy agradecido por todo lo que me dieron y me dan, sin esperar nada a cambio. 

Por eso, cuando veo a la gente discutiendo de naciones, identidades y territorios, no les comprendo, cuando veo a personas trabajadoras aplaudiendo a los cuerpos represivos del estado aplastando huelgas, manifestaciones o desobediencias civiles pacíficas que defienden los derechos de todxs, no les comprendo, yo sólo sé de educación y sanidad públicas y universales, de bienestar social y derechos humanos.

Mi nación, mi bandera, mi territorio, mis cuerpos de seguridad del estado, son las personas con empatía, respeto y comprensión que cuidan de esos 4 valores, por ellxs y por los que no tienen nada más dónde sostenerse. 

Defender cualquier otra cosa sería ser incongruente con mi vida. 

Una vida normal y corriente, como cualquier otra.

.No tengas miedo.


No tengas miedo de mí...
Teme tan sólo al día...
En el que debas pedir perdón por hacer reír.

.Reinvención.


Me gusta ser lo más sucio que hay en tu habitación...
no ser capaz de escapar de tu húmeda prisión...
pasar la vida en su interior...
hasta con el pensamiento...
acariciando sus paredes...
con mi cara siempre entre los barrotes...
sin parar de crecer allá dentro...
en continua reinvención...

Intento explicarte el truco para pensar menos...

y así sentir más...
a cambio debes enseñarme a ser normal...
sin ser por eso insoportable...
mudando día a día pedacitos de piel...
y de cerebro...
en continua metamorfosis...

Lo sé...

es contradictorio pero cierto...
sin ningún guión...
escribiremos entre los dos un cuento...
con miles de páginas...
pero ninguna aburrida...
con tachones y correcciones...
con subidas y bajones...
y con monigotes en los márgenes...

Un cuento que no sea perfecto...


Pero que sea nuestro.

.Las llaves.


Aunque a veces le dejo ir delante...
Por aquello de que hay una belleza fatal...
En confiar a lo desconocido tu suerte...

Desde que cada mañana tomo la decisión...
De hacer algo distinto cada día...
Al destino le echo migas por el camino...

Pa' que no se pierda...

Y a pesar de no ser...
Ni un artista...
Ni un filósofo...
Ni un escritor...
Ni un poeta...
Soy capaz de juntar varias letras...

Y haciéndolo aprendí...

Que antes de fabricar cerraduras...
Es mejor haber aprendido...
A hacer las llaves para sus puertas.

.No.

No pongas los codos en la mesa...
No sorbas la sopa...
No arrugues la servilleta...

No salgas a jugar sin terminar los deberes...
No hables en clase...
No te enamores de esa chica...

No exprimas el tiempo...

No salgas a bailar...
No hagas ruido en la biblioteca...
No dejes de estudiar...

No lleves la contraria...
No dañes aunque sea sin querer...
No insultes la inteligencia del poderoso...

No fumes...
No bebas...
No te drogues...

No comas esto...
No hagas lo otro...

No vayas a festivales...
No acampes en la playa...
No seas tan loco...

No pidas nada...
mucho menos que te entiendan...

Simplemente...

Se correcto...
Se educado...
Se adinerado...

Tal vez haya algo erróneo en esta vida sin vocación de vivirla...
En esta heredada vida de burgués...
Y de escritor que nada publica...

Tal vez haya caído enfermo como autodefensa a mi propia dejadez...

Tal vez sea hora de dar el no a todos los nos...

Sobre todo a vivir en paz...

Y así... vivir... a secas.

.Sueños.

Hay quien lucha contra la muerte...
Yo solo la distraigo escribiéndole textos y poemas porque a ella siempre le casan las cuentas... 
Sale a lo suyo... 
Pero si no se lleva a uno se lleva a otro... 
Aunque justamente a ese no le toque... 
Lo que no sabe es que para dejarme matar tiene que hacer que deje de soñarte... 

Es por eso que tengo un batallón de sueños apostados entre las sábanas para defenderte mientras duermo...
Ella solo tiene un silencioso recuerdo que utiliza el sonido de las agujas del reloj para camuflar sus pasos...
Mostrándome entre desvelos tus lágrimas... 

Sabe que para mi alma son puñaladas... 

Entre sudores puede que logre despertarme... 
Pero basta con abrazarte...
Luchar para recuperar el territorio perdido...

Como única arenga tus jadeos...
Como únicos muertos los minutos...
Como únicos vencedores...

Los sueños.

.Ceros.


La infancia acaba oficialmente cuando le añades a la edad el primer cero, acaba, pero no ocurre nada. Todo queda igual. Todo se detiene en un silencio únicamente interrumpido por el ronroneo de los motores de la carrera que en unos cuantos años iniciarás. A muchos les disgusta el ruido de los motores; yo, en cambio, lo prefiero al de las voces... Te mecen, te acunan, como si estuvieses eternamente en la línea de salida. No hay competición, no hay rivalidad, sólo el ruido de los motores... Que te aísla de las pirámides de chillidos creadas por necesidad de lanzarse fuera de la garganta, más que para dirigirse a alguien...  

Cuando añadí el segundo cero ni siquiera sabía explicarme por qué en la ciudad lloraba y en la playa no. Debía de ser la sal, que me servía de escudo... O que aprendí a creer en lo que veía escrito, porque hablando se dicen un montón de mentiras, pero cuando uno las escribe, entonces se convierten todas en verdad... Por eso me empezaron a gustar los besos, ese preciso momento en el que los labios se desnudan de palabras para abajo y te dejan ver el alma de quien te besa y es besado... 

Cuando añadí el tercer cero, me di cuenta de que los remordimientos no atormentan a quien se sale con la suya... Cuando eres consciente que la infancia ya pasó y ocurrió todo lo que tenía que ocurrir, que otra paz se acerca porque ya no muestras atención por los amaneceres,  sino que tu mirada prefiere correr siempre al oeste para rebañar la última luz del plato del horizonte. 

Me pregunto cuando perdió su esencia la palabra mantener, que entraña en sí misma la promesa de tender la mano, no de retirarla... Hasta eso ha sido kapaz de ensuciar el dinero. Pero eso es algo que veo ahora, pasado el tercer cero. No lo veía entonces, mecido por el sonido de los motores, cuando no hacía caso a las voces y mi única preocupación eran los besos.  

Ahora ya no hay tiempo para remordimientos, no hay tiempo para los besos, ni para las palabras. 

Sólo hay tiempo para la competitividad, para las voces, para medir todo únicamente por su cantidad de ceros. 

Sólo hay tiempo para dar la enhorabuena a este sistema que tritura los sueños convirtiéndolos únicamente en necesidad de dinero.